En la época de la Super Nintendo
Quería hablar de una época de mi vida que sucedió tiempo atrás. Aquellos años en los que un inglés me hubiera denominado como un teen, los años en los que terminas el colegio y pasas al instituto.
Unos años marcados por el éxito en todo lo que me proponía. Salía poco y estudiaba mucho. Me iba muy bien en los estudios. Mis únicos vicios eran salir a andar en bici, y de vez en cuando quedar con los amigos el fin de semana. Esos años en los que el panorama de los videojuegos estaban controlados por la Super Nintendo.
Los únicos problemas que tenía eran los de matemáticas, y los resolvía en una tarde, haciendo los deberes. Después la merienda y los Caballeros del Zodíaco. Las tardes transcurrían tranquilas y había tiempo para todo.
No tenía dinero y tampoco me importaba. Lo único que necesitaba eran cinco duros para poner partida al futbolín. Los bienes materiales eran secundarios, vivíamos en el Nirvana. Empezabamos a salir con chicas y el mundo giraba debajo de nuestros pies.
También me acuerdo de esas tardes de Viernes en el Capitol, tomando cafés con la banda. Ser el chico más popular del instituto era nuestro objetivo y el tiempo era poco para contar todas nuestras historias.
Estos años siempre los he recordado con especial cariño. Fue una etapa de mi vida muy buena, inolvidable. No quiero decir que los que vinieron despues, o los anteriores a eso no fueran buenos. Cada época te aporta unas sensaciones y siempre he disfrutado del momento con intensidad.
Llevaba tiempo queriendo escribir un hilo acerca de esto, pero no encontraba la manera de darle forma a la información, de plasmar estas sensaciones. El hecho de dejar el trabajo me ha situado de nuevo en esa etapa de mi vida. Me he centrado en los estudios, mi vida gira alrededor de los libros nuevamente, me he integrado con los compañeros de clase y los éxitos escolares han regresado. Termino apresuradamente estas líneas xq hoy es Viernes y voy a coger la bici, y luego pensaré a quién llamo para quedar este fin de semana.
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Unos años marcados por el éxito en todo lo que me proponía. Salía poco y estudiaba mucho. Me iba muy bien en los estudios. Mis únicos vicios eran salir a andar en bici, y de vez en cuando quedar con los amigos el fin de semana. Esos años en los que el panorama de los videojuegos estaban controlados por la Super Nintendo.
Los únicos problemas que tenía eran los de matemáticas, y los resolvía en una tarde, haciendo los deberes. Después la merienda y los Caballeros del Zodíaco. Las tardes transcurrían tranquilas y había tiempo para todo.
No tenía dinero y tampoco me importaba. Lo único que necesitaba eran cinco duros para poner partida al futbolín. Los bienes materiales eran secundarios, vivíamos en el Nirvana. Empezabamos a salir con chicas y el mundo giraba debajo de nuestros pies.
También me acuerdo de esas tardes de Viernes en el Capitol, tomando cafés con la banda. Ser el chico más popular del instituto era nuestro objetivo y el tiempo era poco para contar todas nuestras historias.
Estos años siempre los he recordado con especial cariño. Fue una etapa de mi vida muy buena, inolvidable. No quiero decir que los que vinieron despues, o los anteriores a eso no fueran buenos. Cada época te aporta unas sensaciones y siempre he disfrutado del momento con intensidad.
Llevaba tiempo queriendo escribir un hilo acerca de esto, pero no encontraba la manera de darle forma a la información, de plasmar estas sensaciones. El hecho de dejar el trabajo me ha situado de nuevo en esa etapa de mi vida. Me he centrado en los estudios, mi vida gira alrededor de los libros nuevamente, me he integrado con los compañeros de clase y los éxitos escolares han regresado. Termino apresuradamente estas líneas xq hoy es Viernes y voy a coger la bici, y luego pensaré a quién llamo para quedar este fin de semana.
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1 Comments:
Si tu objetivo era crear un post de gran carga nostálgica... lo has logrado. Yo lo que echo de menos de esa época es la sorpresa, el impacto al descubrir cosas nuevas (en mi caso, especialmente el cine). Hoy uno está de vuelta de muchas cosas y se ha perdido la inocencia necesaria para maravillarse con las cosas nuevas. ¡Un saludo!
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