Un año sin videojuegos
El año sin videojuegos se acabó. No voy a decir que se me haya pasado volando, pero sí que ha sido menos duro de lo que en un principio había pensado. Quizá la situación actual haya influido muchísimo y haya ayudado en parte a llevarlo. El caso es que hoy termina el año sin videojuegos y la experiencia la valoro de muy positiva.
Las normas eran sencillas, no se podían adquirir videojuegos nuevos por ninguna de las vías: no se podían comprar juegos ni nuevos ni de segunda mano, no te los podían regalar ni tampoco prestar. Evidentemente nada de descargar roms ni isos. Solo los que tuviera en ese momento.
Durante este año, la PSP ha sido mi gran compañera. Sobre todo la he usado para temas que no están relacionados con jugar: leer comics lo que más, también leer libros electrónicos, ver series, música...
Juegos de PSP muy poco, alguna partida al Tomb Raider y poco más. Lo que sí que le he dado caña han sido a los emuladores, en especial al de Super Nintendo. He retomado el Super Mario World, que aunque he avanzado más que otras veces, no he llegado a terminarlo. Mucho vicio al Mario no Super Picross y partidas rápidas al Street Fighter.
En la Wii lo típico: partidas esporádicas en multiplayer, ya sea a los Rabbids, Just Dance, Wario... etc. Hubo una temporada de Super Mario 64 a través de la consola virtual y poco más.
En Xbox360 me terminé el Bully, con el que me lo pasé en grande. También me acabé el Bionic Commando Rearmed, y disfruté de grandes tardes de vicio cooperativo junto con Int. Sin embargo, me queda una espinita clavada al dejar el Saboteur sin tocar, siendo como es, el juego que marcó el inicio del Año sin Videojuegos.
La verdad es que mucho tampoco he jugado este año sin videojuegos. En parte ha sido, como comentaba, por mi situación personal. Aunque también en gran parte porque la tele ha estado ocupada casi de forma permanente, razón por la que le he dado más caña a la PSP que a las sobremesas.
Un año sin videojuegos no significa un año sin jugar. El permanecer un año sin adquirir videojuegos nuevos te permite mirar para otro lado y darte cuenta de que hay otras cosas. Hay un mundo retro estupendo por conquistar. Hay consolas portátiles, comics, libros, un montón de juegos en las estanterías, sistemas operativos nuevos, PCs que configurar... No hace falta estar pendiente de los lanzamientos, ni tampoco desembolsar enormes cantidades de dinero.
El año sin videojuegos terminó hoy y no he ido corriendo a la tienda.
Las normas eran sencillas, no se podían adquirir videojuegos nuevos por ninguna de las vías: no se podían comprar juegos ni nuevos ni de segunda mano, no te los podían regalar ni tampoco prestar. Evidentemente nada de descargar roms ni isos. Solo los que tuviera en ese momento.
Durante este año, la PSP ha sido mi gran compañera. Sobre todo la he usado para temas que no están relacionados con jugar: leer comics lo que más, también leer libros electrónicos, ver series, música...
Juegos de PSP muy poco, alguna partida al Tomb Raider y poco más. Lo que sí que le he dado caña han sido a los emuladores, en especial al de Super Nintendo. He retomado el Super Mario World, que aunque he avanzado más que otras veces, no he llegado a terminarlo. Mucho vicio al Mario no Super Picross y partidas rápidas al Street Fighter.
En la Wii lo típico: partidas esporádicas en multiplayer, ya sea a los Rabbids, Just Dance, Wario... etc. Hubo una temporada de Super Mario 64 a través de la consola virtual y poco más.
En Xbox360 me terminé el Bully, con el que me lo pasé en grande. También me acabé el Bionic Commando Rearmed, y disfruté de grandes tardes de vicio cooperativo junto con Int. Sin embargo, me queda una espinita clavada al dejar el Saboteur sin tocar, siendo como es, el juego que marcó el inicio del Año sin Videojuegos.
La verdad es que mucho tampoco he jugado este año sin videojuegos. En parte ha sido, como comentaba, por mi situación personal. Aunque también en gran parte porque la tele ha estado ocupada casi de forma permanente, razón por la que le he dado más caña a la PSP que a las sobremesas.
Un año sin videojuegos no significa un año sin jugar. El permanecer un año sin adquirir videojuegos nuevos te permite mirar para otro lado y darte cuenta de que hay otras cosas. Hay un mundo retro estupendo por conquistar. Hay consolas portátiles, comics, libros, un montón de juegos en las estanterías, sistemas operativos nuevos, PCs que configurar... No hace falta estar pendiente de los lanzamientos, ni tampoco desembolsar enormes cantidades de dinero.
El año sin videojuegos terminó hoy y no he ido corriendo a la tienda.
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